¡Poco antes, nada; y poco después, humo!
¡Y destino ambiciones, y presumo
apenas punto al cerco que me cierra!
Breve combate de importuna guerra,
en mi defensa soy peligro sumo;
y mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo, que me entierra.
Ya no es ayer; mañana no ha llegado;
hoy pasa, y es, y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.
Azadas son la hora y el momento,
que, a jornal de mi pena y mi cuidado,
cavan en mi vivir mi monumento.
Francisco de Quevedo
En este poema se manifiesta la propia
brevedad de la vida que se ve asaltada por la muerte inesperada (salteada). Denota un claro
pesimismo y llega a ser conceptista.
En el primer verso
encontramos una antítesis ya que habla de un ayer que se convierte en mañana (ayer -contrario de- mañana). Cuando dice "mañana será
tierra" quiere decir que llegará la verdad, es decir, que morirá. Toda la
primera estrofa denota existencialismo.
En el primer verso de
la segunda estrofa habla de una importuna guerra, es decir que no importan;
hacen referencia a la perdida de colonias del imperio español de entonces.
En la tercera estrofa
el tiempo ha pasado. Pasa el tiempo y cada vez está más cerca de la muerte (Ya no es ayer [...] la
muerte me lleva despeñado).
Y en la última
estrofa cuenta que están cavando su tumba mientras él sigue vivo. El último
verso es un juego de palabras; El tiempo es como un jornalero que, pagado por
el sufrimiento (pena y cuidado), cava en la vida del poeta su sepultura
(monumento).
El poema insiste en
la íntima conexión entre la vida y la muerte ya que son fuerzas casi idénticas.
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